El Movimiento Laical Misionero, somos una prolongación del carisma y espiritualidad de las Misioneras Hijas de la Madre Santísima de la Luz, y como tal debíamos idear algo que nos identificara,
por lo que en una de nuestras actividades principales como lo fue el 4° encuentro anual, los integrantes definimos con símbolos significativos un escudo en el cual se plasmó la forma
en la que los laicos vivimos el carisma y la espiritualidad desde nuestra realidad actual, sin embargo, en la junta general de coordinadores que se llevó a cabo los días 23 y 24 de febrero de
2012 en la ciudad de Chetumal Q.Roo uno de los puntos que tratamos fue el recordar los significados de aquellos símbolos que en su momento plasmamos, esto fue con el fin de crear un himno
posteriormente. A continuación veremos las opiniones de cada coordinador:
· El misionero anuncia a un cristo vivo, resucitado y victorioso.
· Es el sacrificio que hacemos en nuestro caminar, es la cruz de todos los días.
· Símbolo del sufrimiento diario.
· Lámpara que alumbra y guía el camino de los misioneros.
· Es la palabra de la cual nos alimentamos, y es también la fuente de estudio.
· Palabra de vida, fortaleza del misionero.
La Basílica-catedral de León, México, guarda un tesoro magnífico. En torno él fue construido el templo, de nobles frisos dorados y coloridos ventanales. Una filigrana de adornos multicolores imita las maravillas de la naturaleza y engalana las bóvedas de la iglesia. Por si fuera poco, como vigilantes y poderosos ángeles, cuatro columnas de mármol blanco italiano de una sola pieza, fueron colocadas a sus flancos.
Una imagen llena de bondad
El tesoro ahí conservado es una pintura al óleo que representa a la Virgen María. El rostro de la Virgen brilla con la claridad de los días de mayo: es la Madre Santísima de la Luz, Titular de la Santa Iglesia Catedral y Patrona de la Arquidiócesis de León.
La Virgen viste una túnica blanquísima ceñida por un cinto de flores estampadas. Sobre su cabeza y sus hombros cae un fino manto azul. Por encima de la Virgen unos serafines sostienen en el aire una corona imperial. Nubes de ángeles y serafines escoltan a la Señora emulándose en servirla. María sustenta en su brazo izquierdo al Niño Jesús, quien lleva en la mano derecha un corazón encendido, al tiempo que con la izquierda toma otro de un cestillo lleno de corazones que le ofrece un ángel puesto de rodillas. La Virgen coge la mano de un joven que representa un alma en peligro de perderse, acechada por las fauces del infierno.
El origen del lienzo milagroso
Los orígenes de la imagen de la Madre Santísima de la Luz se remontan a la ciudad de Palermo, Sicilia. El padre jesuita Juan Antonio Genovesi deseaba tener una imagen de la Madre de Dios para llevarla en sus misiones y ganar muchas almas para el cielo. El incansable misionero la pedía con insistencia a la Virgen en la oración y cuenta que una devota mujer, vidente de la Virgen, solicitó de parte suya a María cómo quería Ella ser representada e invocada (1).
De hecho, la Santísima Virgen se adelantó al deseo del P. Genovesi y a la petición de la mujer, pues se apareció a esta última con grande esplendor de luz y gloria, rodeada de nubes y ángeles y con el Niño Jesús en sus brazos: «Dile que me es grato su obsequioso pensamiento; que tomo bajo mi protección su apostólico ministerio, y que quiero ser representada en la forma que ahora me ves», dijo la Virgen a la vidente (2).
El padre Genovesi encargó a un pintor la obra, pero el artista hizo algunas “aportaciones” de su personal inspiración a las indicaciones recibidas: colocó una media luna a los pies de la Virgen y pintó de rojo el vestido, en vez de blanco, además de omitir los grupos de ángeles que debían rodear a la Reina del cielo. La pintura no agradó a la Virgen, quien pidió que fuese respetada su voluntad y accedió a estar presente durante el trabajo, a fin de que su sierva pudiera orientar al artista en su obra.
La Virgen misma dirigiría la mano del pintor, aunque este no la vería.
Pero la buena mujer se ausentó por un tempo de la ciudad para visitar a sus familiares en el pueblo de Bagheria, por lo que se retrasaba la ejecución del mandato de la Virgen. La mujer se enfermó y los médicos le recomendaron que volviera a Palermo para atenderse mejor. La devota comprendió que debía acelerar su retorno a Palermo y cumplir con el deseo de la amable Señora.
En Palermo llamó al pintor y le hizo el encargo. Ella iba describiendo la visión de la Virgen Santísima, mientras que el artista se aplicaba a su labor bajo la guía de la Reina del cielo. La Virgen encontró el cuadro fiel a sus indicaciones y lo bendijo sonriendo. Sucedió en la pequeña Iglesia de San Estanislao Kotska, en la sede del noviciado de los jesuitas en Palermo y la Virgen dispuso que se le invocara con el amable título de “María Madre Santísima de la Luz” y aseguró que colmaría de favores a cuantos la honrasen e invocasen bajo tan dulce nombre. Corría el año de 1722.
El P. Juan Antonio Genovesi murió con fama de santidad en 1743 en Messina, donde era maestro de novicios, mientras se prodigaba en la asistencia a los contagiados por la peste.
Autenticidad del cuadro
La devoción a la madre Santísima de la Luz se extendió rápidamente y los fieles de los pueblos y aldeas pedían con insistencia poder conservar la imagen de la Virgen. Por ello el P. Genovesi escribió la historia de las apariciones y mandó hacer innumerables copias del cuadro. Algunas de estas copias aún se conservan en varias ciudades italianas, así como en España, Venezuela y la California, gracias a la labor misionera de los padres jesuitas.
El cuadro de la Madre Santísima de la Luz que llegó a México y que preside la Iglesia Catedral de León tiene en su revés un letrero que no deja lugar a dadas. El texto reza así: «Esta imagen es la original que vino de Sicilia y que fue bendita de la misma Santísima Virgen […] como consta de una carta escrita desde Palermo a 19 de agosto de 1729 años. Y esta imagen la da el P. José Genovese a la iglesia que se ha de hacer del nuevo colegio, debajo de la condición que se le haga altar colateral en el crucero de la iglesia, según lo prometido del P. Rector Álvarez en carta del 3 de mayo de 1732. Y por ser verdad, lo firman los siguientes Padres, que han leído la carta. (siguen rúbricas) P. José María Genovese, José María Mónaco, Javier Alagua, Francisco Banalli» (3).
La Madre Santísima de la Luz y la Arquidiócesis de León
La ciudad de León fue fundada el 20 de enero de 1576 en el llamado Valle de Señora con la intención de apaciguar y dar instrucción a los indígenas de la región. En mayo de 1731, a pedido del sacerdote leonés Don Ignacio de Aguilar, los padres de la Compañía de Jesús se establecieron en la Villa para fundar un hospicio, un colegio de gramática y una residencia que serviría de sede para los misioneros que hacían su labor en una zona de cien leguas a la redonda.
El padre José María Genovesi(4) -tal vez hermano o pariente cercano del padre Juan Antonio Genovesi- trajo a México la imagen palermitana en 1732. Los padres Jesuitas deseaban que la Sagrada Imagen quedase definitivamente en algún templo de la Compañía y dejaron que el cielo lo resolviese por medio de un sorteo. El sorteo favoreció por tres veces consecutivas a la entonces Villa de León. Se tomó por voluntad de Dios y la Imagen de la Madre Santísima de la Luz llegó a la Villa, el 2 de Julio de 1732, Fiesta de la Visitación de la Santísima Virgen a Santa Isabel.
El 23 de mayo de 1849 la Madre de la Luz fue proclamada patrona de la ciudad de León gracias a las diligencias del cura-párroco Don José Ignacio Aguado, nacido en León en 1783. Al año siguiente la población entera invocó a su Patrona contra la peste de cólera que se avecinaba, temerosa de las terribles consecuencias que trajo la epidemia 125 años antes. En agosto, ante la gravedad de la plaga, a pesar de las medidas higiénicas tomadas, el párroco hizo en nombre del pueblo el voto de solemnizar anualmente los tres días precedentes a la fiesta de la Asunción de María cantando públicamente las letanías lauretanas. El cólera cesó inexplicablemente…
Su Santidad Pio IX erigió en 1864 el obispado de León y nombró a Don Sollano y Dávalos primer obispo de esta sede, el cual se distinguió por sus dotes de celoso pastor y muy devoto de la Madre de la Luz. Él mismo pidió a la Santa Sede el Patronato de la Madre Santísima de la Luz para su naciente Diócesis. El papa Pío IX lo concedió el 19 de Septiembre de 1872.
El 8 de Octubre de 1902 fue solemnemente coronada la Celestial Señora por el obispo Don Leopoldo Ruiz y Flores (5), gracias a la concesión hecha por Su Santidad León XIII, el 23 de Marzo de 1901. La Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino concedió el 8 de Junio de 1972, para toda la Diócesis, que la Fiesta de la Visitación se siguiera celebrando el 2 de Julio con carácter de Solemnidad.
Su Santidad Benedicto XVI ha elevado la sede episcopal de León al rango de Arquidiócesis, nombrando a monseñor José Guadalupe Martín Rábago como su primer digno Arzobispo. Sin duda, una muestra más de la cercanía y afecto de la Virgen por el pueblo leonés y por el Bajío entero.
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